Hace ya casi un año mi hermana Yaiza me descubrió The Big C (con C mayúscula). El primer capítulo no me gustó mucho, pero ya me lo advirtió “tú sigue viéndola”. Y así ha sido… es una de las series que más me ha enganchado.
Trata de como la vida de Cathy (C de Cathy, C de Cáncer) se va modificando tras su recién diagnosticado cáncer terminal en grado IV por un melanoma, pero sobre todo trata de las relaciones familiares, de cómo afrontar de cara una enfermedad así, con su peculiar humor que no siempre es entendido por el resto de personas que le acompañan (su marido, su hijo, su hermano…). De cómo su mayor preocupación (dejar a su hijo adolescente un camino por el que seguir cuando ella no esté) es al final lo que les puede distanciar. Es una historia de vivencias duras y alegres, una mezcla agridulce… de cómo en ciertas ocasiones no entiendes a la protagonista…pero acabas poniéndote en su lugar y reflexionando acerca de qué, cómo, cuando harías tú ciertas cosas… Es una lucha por la vida con una muerte anunciada
Hace más de un año que trabajo en Cuidados Paliativos Pediátricos, y en mi mundo ha cambiado mucho la idea de la vida y de la muerte. Ese tabú inmenso que es la muerte… en mi vida ya no lo es. En mi interior demasiadas cosas han cambiado muchas con cada una de las familias maravillosas con las que este trabajo -que no lo es- me cruza. La fuerza, el valor, el amor, que desprenden cada una de ellas ha forjado en mi una fortaleza que desconocía hasta entonces. Deseo enormemente que llegue el final de la semana, el viernes, porque eso significa que Mary y yo nos subimos en el coche, hablamos de las sesiones, llegamos a tres casas diferentes y todo cambia. La vida cambia. Volvemos pasada la hora de comer a nuestras casas, con tantas sensaciones… Y siempre el mismo deseo: Desearíamos únicamente dedicarnos a ellos, sólo a ellos… y sé que algún día, será posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario