Cuando escucho una Jota, las lágrimas recorren mis mejillas sin yo poder hacer nada por evitarlo. Soy medio Aragonesa (donde nací y están mis raíces) y medio Canaria (donde me he criado y vive ahora mi familia). Y es que es escuchar la Jotica y sentirme en medio de la Plaza del Pilar sintiendo la emoción. Es sentir a mi familia, es sentir mis veranos, mis vacaciones, pero sobre todo es sentir a mi abuela diciéndome a las 3 de la tarde de un julio caluroso, en el que se llegan a los 45º, “¿Has ido a ver a la Virgencica?”. Por aquel entonces, pensaba que mi abuela quería matarme con esos calores, iba un día, cogía varias “cintas” para varios “días”.
Y ahora que ella ya no está, daría lo que fuera por que me lo volviera a decir tan solo una vez más “¿Has ido a ver a la Virgencica?”
Así que en el Día de Aragón, solo suenan en mi casa Jotas una y otra vez…porque en ellas está nuestra esencia. En ellas, está ELLA.
Y si, no me olvido que también es el Día del Libro. Por lo que os recomiendo un libro, uno especial -mucho- para mí, que releeré hoy, de Alfredo Gómez Cerdá
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