Casi
acaba el mes de junio, y con el se cierran muchos ciclos importantes de
este año 2012. Lo sé, al año aún le quedan seis meses más por delante,
pero es lo que tiene pensar en "curso escolar". Para mí, en septiembre
es cuando empieza de nuevo el año.
Estas
últimas semanas han sido intensas y emocionantes en muchos sentidos.
Pero, sobre todo, han estado llenas de aprendizajes vitales que son
realmente importantes. O por lo menos, así los he vivido yo. Tengo la
convicción de que la vida te pone una y otra vez las mismas situaciones
-o parecidas- hasta que aprendes a cómo resolver esos conflictos,
actitudes, etc. No seré yo quien diga "creo que esta es la definitiva",
porque no lo sé con certeza. Lo que sí se es lo que he sentido, vivido,
experimentado y sobre todo, la conciencia que he tomado de todo ello.
Porque
quizás ahí esté la verdadera razón de todo lo que ocurre: tomar
conciencia de ello, para que se impregne -de una manera u otra- en
nosotros y se produzca el aprendizaje vital necesario para seguir
caminando. Sin prisa, pero sin temor.
Se
acaba junio. Con él, la universidad, las sesiones, la vida ajetreada,
las miradas, las risas compartidas con ciertas personas con las que he
tenido la oportunidad de vivir procesos terapéuticos. Y, sobre todo, con
los que he aprendido mucho. De ánimo, de fuerza, de lucha, de
esperanza...de vida.
Como guinda a este final de mes me quedo con lo mucho que disfruté con mi compi musicoterapeuta María Martínez-Gil en las Jornadas de Trastornos de la Conducta Alimentaria, donde realizamos un taller con familiares, profesionales y personas afectadas. Ofrecer, sembrar, recoger... y con Marie-Laure Potel este fin de semana que vuelve a Madrid, a darse por completo a la III Formación de Canto Prenatal, con un grupo magnífico de personas que absorben, dan, comparten...
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