El sábado por la mañana, café en mano, preparándome para comenzar el Seminario sobre Musicoterapia y Canto Prenatal para los alumnos de Musicoterapia de Cáceres, me quedé fría frente al televisor: las últimas 48h de Adolfo Suárez.
Cuando alguien forma parte de tu vida, sin quererlo si quiera, parece que nunca va a irse, que estará entre nosotros siempre… Hoy, lunes, está su capilla ardiente en el Congreso de los Diputados. Las televisiones llenas de reportajes sobre él. Todo el mundo recordando cómo le conocieron, qué hablaron… pero parece que en este país no tenemos Memoria.
Todos los que convivieron con él remarcan el hecho de que antepuso los intereses de todos (nosotros) a los suyos propios, a los de su partido… pero nadie parece acordarse de cómo le dieron la espalda después por puros intereses. Y aún así, él sin rencor.
Trabajó duro por un sueño, el de que fuéramos una sociedad libre después de todo lo vivido. Que intentáramos curar heridas, en vez de seguir metiendo el dedo para ahondar en ellas. En que TODOS estuviéramos allí, representados, escuchando, hablando, dialogando…
10 años de dura enfermedad de Alzheimer fueron consumiendo a quién hizo tanto por su sociedad, sin pedir nada a cambio.
Te despido desde aquí Adolfo (déjame que te tutee) de la forma que sé: tocando.
Te dedico desde aquí, mi pequeña sala de música donde sueño y trabajo duro para conseguir que se hagan realidad.
Porque tú nos demostraste, que los sueños se pueden hacer realidad.
Hasta siempre
La vida te da siempre dos opciones: la cómoda y la difícil.
Cuando dudes elige siempre la difícil
Adolfo Suárez.
Cuando dudes elige siempre la difícil
Adolfo Suárez.